En medio de un suceso histórico como el que estamos atravesando en estos momentos con la pandemia del coronavirus, se celebran dos acontecimientos también históricos: la Pascua judía y la Pascua cristiana.
En ambas celebraciones, la Pascua está basada en un hecho trascendental y definitivo. En el caso de Israel es la liberación de la esclavitud de Egipto y la toma de conciencia de ser el pueblo elegido por Dios. En la Pascua cristiana se conmemora la muerte y resurrección de Jesús, un hecho fundamental que inaugura la liberación integral y definitiva de todo seguidor de Cristo, y la toma de conciencia de que todo creyente está llamado a formar parte del nuevo pueblo de Dios, la iglesia.
Indudablemente son dos festividades diferentes, pero guardan una estrecha relación: La libertad.
Para saber de qué manera los judíos y cristianos conmemorarían esta celebración durante la cuarentena, decidí contactar a dos amigos, Ruben Taube y Jesse Rojo, quienes a pesar de sus propias creencias y tradiciones, respondieron de manera muy similar afirmando que lo festejarían como lo celebró Jesús, en familia.
La Última Cena, el evento que entrelaza la tradición con el Nuevo Pacto
Para el pueblo judío, la celebración comienza el día 14 del mes de Nisán (primer mes del calendario hebreo bíblico), que generalmente cae en el mes de abril del calendario gregoriano y se festeja durante siete días, como se establece en Éxodo 12:15-18.
El propio Jesús, de origen judío, llegó a Jerusalén para unirse a la celebración de los israelitas. Por eso, el origen de la Pascua cristiana se remonta a la ceremonia misma de la Pascua judía o Pésaj.
«Incluso, lo que hoy conocemos como la Última Cena, es la misma tradición que los judíos siguen celebrando hasta el día de hoy, pero que a partir de la muerte, pasión y resurrección de Jesús, tomó un nuevo significado para los creyentes», afirma Ruben Taube, ciudadano israelí de origen uruguayo.
Conocí a Rubén en el 2015 cuando realicé mi primer viaje a Israel junto a un grupo de periodistas invitados por Fuente Latina. Luego, nos volvimos a encontrar en el 2019 cuando regresé a Tierra Santa, invitada por Philos Project, una comunidad de liderazgo cristiano que busca construir una alianza global alrededor de los principios bíblicos.
En ambas oportunidades nuestro guía turístico fue Rubén, lo cual además de ser una grata sorpresa, fue una gran ventaja pues él no solo es un excelente guía, sino que se graduó en Comunicación y Periodismo y en Literatura General y Comparada de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Para mí esto es un “plus” porque Rubén posee conocimientos de cultura general y siempre tiene una respuesta acertada para una persona tan preguntona como yo.
No me gusta quedarme con ninguna duda. Por eso aprecio mucho que Rubén, a pesar de no ser cristiano, contesta con mucha gracia y profesionalismo cada pregunta, desde las arqueológicas y geográficas hasta las religiosas y políticas.
Al preguntarle cómo se celebraría este año la Pascua en Jerusalén, que también está en cuarentena, me llamó la atención que de acuerdo a su experiencia no se afectaría la esencia de la tradición.
«La única diferencia será la cantidad de gente. Será un festejo familiar más pequeño. En lugar de hacerlo con mis padres o mi hermana, yo hago la mía solo con mi esposa e hijos, mis padre la suya y mi hermana la suya», compartió.
Con mucha naturalidad, explicó que precisamente esa reunión íntima y familiar, fue lo que hizo Jesús en la última cena con sus discípulos. «Desde aquel entonces algunas costumbres no han cambiado, como lo es comer pan sin levadura y beber vino», dijo.
Cena con propósito
La ceremonia de la Pascua judía es un ritual muy llamativo que tiene como propósito evocar la historia y los sentimientos de los israelitas durante el Éxodo del Antiguo Egipto.
El centro de atención de la cena es el plato del Séder, palabra hebrea que significa “orden”. Cada elemento del plato representa los temas de la fiesta: cautiverio, redención y renovación. Se simbolizan con hierbas amargas, perejil, matzá, o pan ácimo, y un huevo duro.
«Los panes ácimos recuerdan la salida de Egipto de una manera apurada, no hubo tiempo para hornear. Las hierbas amargas recuerdan la amargura de la esclavitud. El huevo duro representan los tiempos duros. Se come una especie de mezcla de manzana con nuez que recuerda el color de los ladrillos. Una pata de pollo u otro animal que recuerda el brazo de Dios extendido para sacar al pueblo de Egipto», explica Rubén.
Las costumbres para preparar y presentar los alimentos simbólicos varían entre familias, ciudades y países, pero en esencia la celebración es la misma, revivir la historia y pasar la tradición de generación en generación.
Por ese motivo, en medio de la celebración se interpreta la canción «Ma Nishtaná» (¿Por qué esta noche es diferente de todas las otras noches?). El niño menor de la casa canta el estribillo, que contiene cuatro preguntas sobre diferentes cosas que han cambiado en esa noche, y los mayores cantan la respuesta.
Adicionalmente, se realizan varias lecturas y para mantener a los niños despiertos, se esconde al principio un pedazo de pan ácimo. Al terminar, los niños salen a buscarlo y el que lo encuentra se gana un premio. La finalidad de los cantos y el juego es mantener a los niños alertos y conscientes del propósito de la celebración.
«También se beben cuatro copas de vino en el correr de la noche, se deja una quinta apartada para el Profeta Elías. Esto muestra el gran anhelo del pueblo judío por la llegada del Mesías. Tiene que venir Elías primero. Y siempre estamos listos para agasajar a Elías que puede llegar en cualquier momento», afirmó.
En este punto del relato, recordé cuando Jesús le dijo a sus discípulos que Elías ya había venido, refiriéndose a Juan el Bautista, que según el evangelio de Lucas 1:17 era “un hombre con el espíritu y el poder de Elías”.
La Escritura menciona que esta conversación ocurrió después de la transfiguración de Jesús, y desde ese momento para sus discípulos no hubo la más mínima duda que Jesús era el Cristo, el Mesías de Israel.
Por eso, a partir de la resurrección de Jesús, la vida de aquellos judíos cambió y la Pascua tomó un nuevo significado; y esa es la celebración que conmemoran hoy las familias cristianas alrededor de mundo.
La pascua cristiana
Para evitar el contagio del coronavirus, los cristianos también se preparan para conmemorar la Pascua de una manera más íntima, y muy similar a como la celebró Jesús cuando instituyó la Santa Cena.
Por eso, los primeros cristianos ―que eran judíos― celebraban la Pascua de Resurrección a la par cronológica de la Pascua hebrea, hasta que el Primer Concilio de Nicea (en el 325 d. C.) separó la celebración del Pésaj de la Pascua cristiana, eliminando de ésta los elementos hebreos. No obstante, dejaron el carácter móvil de la fiesta recordando que Jesús resucitó en la Pascua judía.
Pese a la diferencia de fechas, la conmemoración de Pascua de los judíos y la de los cristianos, están marcadas por simbolismo similares, como lo son el pan sin levadura, el vino y sacrificio del cordero pascual.
En el Antiguo Testamento se describen diferentes tipos de sacrificios, entre éstos, los sacrificios de expiación de los pecados del pueblo, los cuales se hacían sacrificando un cordero.
Por ese motivo, cuando Dios decidió liberar a través de Moises a su pueblo cautivo por los Egipcios, le ordenó a los Hebreos inmolar por familia un cordero, indicándoles marcar con la sangre del cordero sacrificado el dintel de la puerta para que el ángel exterminador los perdonara cuando esa noche viniera a herir a los primogénitos egipcios. Desde ese momento, la sangre del cordero tuvo para los israelitas un valor redentor.
Desde esta perspectiva, la Pascua de los judíos anticipa simbólicamente la obra redentora de Jesús, a quien Juan el Bautista describió como “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
Por eso, al preguntarle a Jesse Rojo, Director of Hispanic Affairs de Philos Project, sobre la conmemoración de la Pascua en medio de la cuarentena, afirmó que los cristianos deberían incluir en su celebración la lectura del relato de Éxodo para recordar la libertad del pueblo de Dios de Egipto y entender la semblanza que existe con la libertad de la esclavitud del pecado.
«Cuando celebramos la cena del Señor, celebramos la libertad que Dios obró en lugar de Su pueblo a través de la persona de Cristo y la restauración final que acabará con todo lo malo que existe en esta tierra, incluyendo el coronavirus. Esa es una buena esperanza que la Pascua nos recuerda, aun este tiempo difícil en que estamos viviendo», afirmó Jesse, quien a través del trabajo que realiza Philos Project, utilizan valores judeocristianos para forjar amistades atravesando fronteras por el bien de un mundo mejor.
Viejas tradiciones y nuevas costumbres
Durante mi conversación con ambos amigos sobre la celebración de la Pascua, me llamó la atención que ninguno mencionó al famoso conejo de Easter o los huevos de chocolate que con tanta emoción los niños esperan durante esta festividad.
Según la versión en inglés del Nuevo Manual Bíblico Unger, “la palabra Easter es de origen sajón, Eastra, la diosa de la primavera, en cuyo honor se ofrecían sacrificios alrededor de la Pascua cada año”.
La tradición asocia el conejo como un símbolo que representa el comienzo de la primavera. Del mismo modo, que el huevo ha llegado a representar la primavera, la fertilidad y la renovación.
Por su parte, la Enciclopedia Británica explica que “los antiguos Egipcios y los Persas, tenían también la costumbre de pintar y comer huevos durante su festival de primavera».
Entonces, si el conejo y los huevos no representan con exactitud la verdad sobre el sacrificio en la cruz de Jesús, ¿por qué tantos cristianos lo celebran de esta manera?
Eso definitivamente es otro tema que necesita su propia investigación, no sólo desde el punto de vista de la historia y la tradición, sino a la luz de las Escrituras y la reflexión de nuestro propio corazón. Entre tanto, no permitamos que la comercialización de los bellos conejos y los deliciosos huevos de chocolate desvíen nuestra atención del verdadero motivo de esta celebración: Jesús resucitó.